¿Cuál es el fin de las experiencias extremas?


Esta entrada es una respuesta a la pregunta que formulaba morgan ante la experiencia relatada en otro Blog.

En mi eterna “obsesión” por intentar comprender y mi especial interés ante la mente, las emociones, sentimientos y sensaciones humanas , inevitablemente yo también me lo pregunté en su día.

Quise analizar los “porques” y los “comos” del placer que se puede extraer de las emociones y sensaciones extremas, así como el sentimiento de superación que nos inunda tras ellas.

El BDSM en cuanto a sus prácticas se refiere, abarca un amplísimo espectro de posibilidades... dese lo mas placido como sentir el suave contacto del cuerpo tu sumisa abrazada a tus piernas delante del calor de la chimenea mientras le acaricias el pelo y le dices lo orgulloso que te sientes de ella, hasta lo mas estimulante, excitante y perverso.

Me parece muy acertada la semejanza con los deportes de riesgo , no olvidemos que las practicas BDSM pueden ser practicas de riesgo tanto físicamente como psicologicamente.

Creo que sobra decir que tanto en el BDSM como en los deportes de riesgo se debe actuar con el máximo respeto y humildad ante los peligros que puedan conllevar.

La respuesta a esta pregunta, posiblemente, requiere de dos explicaciones una psicológica y otra puramente química.

Ante una emoción extrema el organismo genera adrenalina, el objetivo principal de la adrenalina es prepararnos para la acción pero también nos puede proporcionar mucho placer.
La secreción de adrenalina libera dopamina, que es una hormona relacionada directamente con la sensación de placer. La dopamina seguramente es la droga más emocionante, es puro placer y Los subidones de dopamina pueden ser incluso adictivos.

Ese es, en gran parte, el motivo por el que se practican deportes de riesgo, pero también hay una explicación psicológica...

Los seres humanos, por defecto e inconscientemente, intentamos mantener en nuestras vida un grado de estimulación, lo habitual es que si sentimos que nuestros estímulos no son suficiente, intentemos, incluso de forma inconsciente, aumentarlos para defendernos de la apatía.
Por otro lado, el llevar al otro o ser llevado a una situación extrema de tensión, “ansiedad” e incluso “miedo” estimula de una manera increíble nuestra mente ademas de nuestro cuerpo.
Pero la clave psicológica reside en la sensaciones de potencia, poder, exaltación, superación y valor que nos inunda tras la experiencia. En BDSM, ademas aumentan, inevitablemente, los sentimientos de entrega y posesión.

Por supuesto, todas las personas tenemos nuestro diferente “umbral optimo” de excitación, nuestras filias, nuestras fobias y nuestras limitaciones físicas y mentales.
La cuestión no es alcanzar una intensidad o un grado lo mas alto posible, ni mucho menos, para mi consiste en lograr el punto adecuado, que dependerá de muchísimos factores pero sobretodo de las evoluciones personales y de la relación.

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